Algo nuevo comienza...

¡Hola a todos! Este es mi blog personal. Como bien dice el título, además de ser mi lugar personal, donde os iré informando a todos los que queréis saber de mí, sobre las pequeñas y grandes cosas comentables que continuamente nos ocurren, me gustaría que fuese eso; una encrucijada; donde se juntan diferentes y distantes mundos, que tal vez de otro modo nunca se encontrasen. Ahora el destino lo quiere así.Habrá opiniones sobre lo humano y lo divino, sobre lo políticamente correcto y sobre lo que no lo es tanto. Sobre temas incómodos y sobre los que todo el mundo quiere hablar. Sobre equilibrio y desequilibrio; sobre justicia y paz; sobre alimentación natural; sobre deporte y política; sobre amistad y vida social; sobre amor y trascendencia... En fin, sobre tantas cosas y tantos mundos...Un abrazo a todos y a todas.

jueves, 28 de junio de 2007

Velada televisiva (II)

Como decíamos antes; el pasado domingo ví un par de programas interesantes por televisión. Sí, sí, lo eran; no es broma. Estos sí me parecieron buenos. Los dos tocaban, desde muy diferentes puntos de vista, el tema de la ecología.

El primero trataba sobre la experiencia de Mataveneros, un pueblo de León que en su día (allá por los años 60) se abandonó, y posteriormente se repobló por gente del mundo alternativo, concretamente del movimiento ecologista "arco iris". Esta gente se estableció y reconstruyeron las infraestructuras básicas. No lo tuvieron fácil, y siguen sin tenerlo; pese a todo, siguen demostrando que es posible vivir de otra forma, apostando por otras cosas; mostrando cómo la alternativa, si bien nunca es perfecta (¿quién dijo que la utopía ha de serlo?), puede ser tan válida o incluso más que las que nos venden desde casi todos los medios a casi todas horas.

El segundo trataba sobre unas paradisíacas islas, en las Seychelles, en las que se han construído hoteles de máximo lujo para clientes muy exclusivos y exigentes; eso sí, todo muy bien integrado en el medio natural, y con un gran trabajo ecológico de conservación. Desde luego que todo se ha hecho a conciencia y probablemente esas islas se han salvado de una explotación salvaje de sus recursos naturales gracias a esos fastuosos hoteles que, a un servidor, le dan casi hasta miedo, y le hacen evocar los tiempos en que leíamos historias de "Las mil y una noches", y otras sobre grandes emperadores.

¡Qué diferente puede llegar a ser la visión que tenemos sobre qué significa ser ecológico! Uno no deja de sorprenderse de la gran diversidad que encontramos a nuestro alrededor; incluso a veces dentro del mismo tema. Y es que siempre ha habido categorías, y clases, faltaría más. Una es la ecología "vulgar", para el pueblo llano, y otra, la ecología "de élite". Me da la impresión, eso sí, que últimamente esta última es la que más nos venden, de la que más nos hablan. Es la ecología que busca que quede todo muy bonito; la que carece de una visión global del planeta y de sus problemas; la que no incluye el bienestar del ser humano dentro de sus premisas, o al menos no a todos; la que suele gustar a muchos políticos; en definitiva, la que no sería posible para todos. Pero también es la que se vende mejor; y ya se sabe que hoy en día, lo que mejor se vende es lo que triunfa. Está claro que es fácil vender algo que lo presentamos como "bueno, bonito y barato" al mismo tiempo. Todavía hoy en día nos creemos que eso es posible... incluso hablando de ecología.

Velada televisiva (I)

El pasado domingo, como tocaba sesión familiar, ví un par de programas interesantes por la tele. No deja de ser curioso que, de forma tan habitual, asociemos “velada familiar” con “velada televisiva”… Hay que ver qué bien se integra ese aparato con la mayoría de nuestras familias. Y eso que es un miembro que no sólo no escucha, sino que además habla y habla, sin importarle en absoluto lo que pensemos los demás. A veces creo que, para haber conseguido una integración tan buena en el entorno familiar, sólo puede ser por dos razones: o bien es porque en realidad es igual que los demás del entorno, que tampoco nos importa ni nos interesa lo que digan o piensen los demás; o bien se trata de que, en un mundo en el que casi nadie encuentra nada especial ni interesante qué decir ni compartir, el único que se pone a ello monopoliza la sesión. Total, a nadie le importa excesivamente… Y es que cada vez nos gusta más que otros hagan por nosotros cosas tan costosas y fastidiosas como dialogar, intervenir, pensar, tener criterio...

viernes, 22 de junio de 2007

Fin de semana sin fútbol...

Finalmente acabó la liga de fútbol. Conozco más de uno que se siente aterrado ante la idea de un fin de semana sin fútbol; ¿podremos sobrevivir? Supongo que no será fácil. Claro, el fenómeno futbolero está tan arraigado entre nosotros... Y eso que no es algo sencillo de explicar; porque la verdad es que desafía incluso a la lógica más atrevida: veintidos personas a por un balón, para conseguir que traspase unas líneas, y entonces vivir todos un subidón de adrenalina... por un hecho que no cambia en absoluto nuestra vida real.

Analizando un poco, sí que podemos encontrar razones para el éxito arrollador de este fenómeno; pues incluso un servidor siente un algo interior muy especial cuando ganan los nuestros y pierden los otros, los malos malísimos; y hasta una especie de angustia vital cuando ocurre lo contrario.

Efectívamente, se trata de algo que conecta con nuestro yo más visceral, con nuestro lado más irracional en un mundo en el que a veces nos sentimos acorralados por lo cerebral y matemático, lo organizado y previsto, por el mundo del "dos más dos siempre serán cuatro"... ¡el sentimiento también existe! Y, desde luego, es un auténtico chollo para el sistema: nos olvidamos por muchas horas de nuestros problemas reales, nos inculcan más y más el poderoso e incuestionable valor absoluto de la competitividad, sirve de negocio redondo para muchas personas... poco menos que la panacea, vamos; ¡esto hay que potenciarlo todo lo que haga falta!

También entronca con nuestros ancestros tribales, en los que nuestra tribu había de imponerse a las demás y había que dejar bien claro quiénes eran los más fuertes. Era una cuestión de supervivencia. El problema es que, en el mundo globalizado de hoy en día, con tres cuartas partes de la población mundial viviendo fuera del pastel de la sociedad del bienestar, probablemente las claves para la supervivencia empiecen a ser otras... La evolución no se detiene.

jueves, 21 de junio de 2007

Cuando oigo, veo y leo las noticias...

Cuando oigo, veo y leo las noticias, después de superar el primer impacto e impresión de prisa, estrés y preocupación que transmiten, me doy cuenta de que hay gente que sabe hacer muy bien su trabajo. En el mundo de la eficiencia y el pragmatismo por encima de todo, este terreno de la información no podía ser menos que nadie. Hay gente que le pagan para demostrar que su noticia sea la mejor y más importante de todas, y la lucha por conseguirlo es espectacular y demoledora. Frecuentemente consiguen que pensemos que en esas noticias nos va poco menos que la vida. Cuestiones que el sentido común jamás nos haría pensar que podían tener nada que ver con nuestra vida real, hoy nos parecen vitales: que si alguien se casa o se separa, que si le han pillado a alguien en un escándalo muy gordo, que si no se quién ha dicho no sé qué tontería, que si tal empresa ha ganado menos de lo esperado... ¡esto se hunde! pienso al instante. Se hunde, igual que ayer, igual que la otra semana, igual que el año pasado... Mientras tanto, nuestra vida real, como la de la humanidad entera, sigue pasando discretamente, sin hacer ruido; no sea que nos enteremos de que está ahí...

Pero nada tiene que sorprendernos; siempre se supo que, cuando alguien tiene la mano en el bolsillo de otra persona, tiene que ir siempre donde va esta. Los grupos de poder financian los medios; luego son sus medios. ¿Hasta cuándo seguiremos haciéndoles el trabajo? ¿Hasta cuándo seguiremos pensando como quieren que pensemos?