Algo nuevo comienza...

¡Hola a todos! Este es mi blog personal. Como bien dice el título, además de ser mi lugar personal, donde os iré informando a todos los que queréis saber de mí, sobre las pequeñas y grandes cosas comentables que continuamente nos ocurren, me gustaría que fuese eso; una encrucijada; donde se juntan diferentes y distantes mundos, que tal vez de otro modo nunca se encontrasen. Ahora el destino lo quiere así.Habrá opiniones sobre lo humano y lo divino, sobre lo políticamente correcto y sobre lo que no lo es tanto. Sobre temas incómodos y sobre los que todo el mundo quiere hablar. Sobre equilibrio y desequilibrio; sobre justicia y paz; sobre alimentación natural; sobre deporte y política; sobre amistad y vida social; sobre amor y trascendencia... En fin, sobre tantas cosas y tantos mundos...Un abrazo a todos y a todas.

sábado, 11 de octubre de 2008

Experiencia de "café-coloquio"

Hola amigos,

Una vez finalizado el curso sobre Facilitación de Grupos, os cuento cómo ha ido mi primera experiencia “facilitadora” real.

Se trata de un acto organizado por Baketik, asociación que trabaja por la paz a niveles educativos y formativos en general. Han hecho varios cursos muy interesantes para el público en general. Con motivo del 60 aniversario de la Declaración de Derechos Humanos, se había organizado un “café coloquio” (también conocido como “world café”) en el santuario de Aranzazu, donde tienen su sede. Habría unas 100 mesas de tres colores diferentes, y la gente tendría que ir opinando por las tres. Al final, se recogerían los comentarios e ideas más destacados, que se publicarán en una web y un libro.
Lanzaron una petición de voluntarios para participar como moderadores de las mesas entre la gente que había participado en sus cursos. Me apunté sin pensarlo, entusiasmado con la idea de hacer mi primera “práctica real” sobre un tema de los tratados en el curso de facilitación.

Llegó el gran día. Sin embargo, a veces ocurre que en esas grandes ocasiones, algo se complica, o simplemente uno se despista más de la cuenta, y llegué ya al límite de la hora que nos habían dado a los moderadores para asistir. Mi mesa sería la 75. Pero bueno, ya nos explicaron cómo iba a funcionar todo, y nos ubicamos cada uno en su mesa.

Mi primera sorpresa fue ver que las mesas eran realmente pequeñas, y con espacio para cuatro, incluido el moderador. Yo me había imaginado una situación con unas cinco personas, pero bueno; lo importante es que ya estábamos en marcha, y esto podía ser un momento para recordar en el tiempo.

Empecé a preocuparme al ver que estábamos situados bastante al final, y que se habían llenado las mesas empezando por el principio, y poca gente llegaba ya donde nosotros estábamos. Estando a punto de empezar, todavía no había nadie sentado en mi mesa. Afortunadamente, todavía quedaba la parte inicial de presentación, con las exposiciones de los invitados ilustres al acto (Rigoberta Menchú, el Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, e Ibarretxe y uno de sus consejeros). Seguía entrando gente, aunque con cuentagotas. Nadie venía a mi mesa, como tampoco a otras de por la zona. Como me comentaba posteriormente otra compañera moderadora, “era como cuando esperas que te saquen a bailar, pero nadie lo hace”.

Y llegó el momento de comenzar el primer turno de mesas. Y no había nadie en la mía. Gente de la organización nos sugirió a varios moderadores sin mesa que nos juntáramos en una, y participáramos sin más, que esas mesas sobrantes se retirarían.

No me lo podía creer. Mi gozo, en un pozo. Lo que iba a ser una nueva experiencia, el comienzo de algo especial o no sé bien qué mas cosas, se quedaba en nada. Sentía un gran enfado. Y entonces, comenzó la "tertulia interna personal" de voces diversas. Alguna me decía: “¿Cómo puedes estar molesto? El acto está saliendo bien. ¿Acaso no tiene un facilitador / moderador que tener como objetivo principal colaborar, animar y “facilitar” el evento, y que todo salga bien? Algo muy de fondo está fallando si antepones tus intereses personales, y estos hacen que te sientas mal en una situación que globalmente está bien...” Claro, yo entendía que aquello no era normal, no podía ser que yo me sintiera mal en una situación así, no tenía ninguna razón de ser ese sentimiento, y denotaba que efectívamente algo muy básico me queda por resolver sobre todo esto. La lucha interna era tremenda. Por supuesto, no estaba haciendo ni caso a lo que se estaba comentando en la mesa. Para remate, surgió otra voz de esas internas que me decía: “La culpa es tuya por andar siempre apurando el tiempo. Si hubieses llegado con más tiempo, habrías llegado antes, te habrían adjudicado un número de mesa más bajo, y seguramente no habrías tenido este problema.”

Llegó el momento de intervenir en mi mesa, pero les comenté lo que ocurría; que no podía aportar nada sobre el tema, ya que estaba en medio de una reflexión interna profunda. Se lo expliqué, y parece que lo entendieron.

Cuando terminó ese primer turno, todos los de la mesa se dispersaron. Yo me quedé prácticamente pendiente de las dos mesas (la mía y en la que había estado) por si venía alguien. Vinieron dos personas a la mesa en la que había estado, y rápidamente pedí el cuestionario de las mesas blancas a los de la organización, y finalmente... ¡hubo moderación! Además, me gustó el ambiente que se creó, los comentarios muy enriquecedores, y el tono muy familiar. Fue muy fácil moderar a dos personas, no se quedaba nadie sin participar. Y muy similar fue el tercer turno, al que también acudieron dos personas. Eso sí, esta vez fue en la mesa que tenía inicialmente adjudicada; de forma que acabé moderando en dos mesas.

Cuando todo acabó, lo típico: un picoteo para los que habíamos colaborado con la organización, los agradecimientos, y los regalos: la taza que cada uno había utilizado, un libro del último curso de Baketik... ¡y la mesa! Sí, sí, la mesa en la que habíamos moderado. Al ser pequeñita y desmontable, no había ningún problema en llevarla en una bolsa. Será un bonito recuerdo.

¿Y con qué me quedo de la experiencia? Pues creo que con lo positivo: Me he replanteado cuestiones básicas sobre lo que supone participar en una actividad que supuestamente ha de ser un servicio; he conocido de cerca una situación de moderación / facilitación; ha sido una bonita mañana; he tratado con gente encantadora; y para finalizar, ¡me han gustado mucho los regados!

Si es que las cosas no suelen ser lo que parecen... ni nosotros mismos tampoco.