Algo nuevo comienza...

¡Hola a todos! Este es mi blog personal. Como bien dice el título, además de ser mi lugar personal, donde os iré informando a todos los que queréis saber de mí, sobre las pequeñas y grandes cosas comentables que continuamente nos ocurren, me gustaría que fuese eso; una encrucijada; donde se juntan diferentes y distantes mundos, que tal vez de otro modo nunca se encontrasen. Ahora el destino lo quiere así.Habrá opiniones sobre lo humano y lo divino, sobre lo políticamente correcto y sobre lo que no lo es tanto. Sobre temas incómodos y sobre los que todo el mundo quiere hablar. Sobre equilibrio y desequilibrio; sobre justicia y paz; sobre alimentación natural; sobre deporte y política; sobre amistad y vida social; sobre amor y trascendencia... En fin, sobre tantas cosas y tantos mundos...Un abrazo a todos y a todas.

jueves, 26 de junio de 2008

Reflexiones desde lo pequeño

Creo que siempre fui alguien con una gran ambición. Nunca he soportado perder ni a los cromos. De forma que, como no había forma de evitar la derrota, eludí el mundo de la competición. Siempre había grandes metas que conseguir, grandes planteamientos existenciales, todo grande. Todo tenía que ser grande. No podía ser de otra forma: yo creía en la globalidad, y la globalidad es inmensa... Algo se me escapaba, eso sí. ¿Cómo conseguir la convivencia con lo pequeño, entonces? Mi vida estaba llena de pequeñeces que no conseguían la atención que reclamaban, y mi nivel de satisfacción personal no mostraba que mis elevadas aspiraciones estuviesen consiguiendo el objetivo supremo: la felicidad y el crecimiento como persona y como ser humano partícipe de este mundo; mundo que merece nuestra mejor aportación posible.

Seguí mucho tiempo buscando metas elevadas, una de ellas era el cambio de trabajo. Entendía que ese hecho me haría dar un gran salto cualitativo, sobre todo en el empleo de mi tiempo, ya que el trabajo consume tantas y tantas horas. Además, tantas horas dedicadas a objetivos tan nobles tenían que ser ya de por sí una satisfacción que podría hacer que casi levitase al caminar por la calle.

Pero la realidad es terca como una mula, e insistente. No sólo no aparecían esas situaciones tan esperadas por mí, o cuando lo hacían era siempre a precios demasiado altos (sueldos ridículos, trabajos duros y/o en otras latitudes...), sino que además la situación familiar se complicó sobremanera, de tal forma que hoy soy responsable y cuidador principal de mis padres, limitados con Alzheimer ella y con limitación respiratoria severa él; además del siempre determinante factor de una edad muy avanzada, por encima de los 80 años ambos. ¡Era tremendo ver el tramo final de las vidas de estas personas!; sobre todo pensando en que se trataba de durísimas vidas cargadas de sufrimientos, grandes frustraciones, sueños rotos y, en muchos momentos, severas limitaciones materiales.

En poco tiempo, todo empezó a cambiar. Todo era provisional, no podía saber cómo estarían ellos a una semana vista, ni tan siquiera 2 ó 3 días después; y por esa razón tampoco podía saber cómo estaría yo. Empecé a valorar más lo extraordinario de esos momentos cotidianos sin presión, en los que símplemente contemplamos. Y también esos otros momentos en los que compartimos con los amigos y con nuestra gente. Y la libertad de saber que no soy preso de grandes ideas ni conceptos. Porque la grandeza está conmigo en todo momento. Esa grandeza está en todas partes, por ejemplo en esas pequeñas dificultades que me surgen en el día a día y que me sirven para crecer, para aprender a convivir con situaciones diferentes a lo que yo había esperado o imaginado; porque la realidad nos supera, es algo mucho, mucho más amplio que esa cabecita que tenemos, que se cree el centro del Universo. Pero no nos supera en el sentido de derrotarnos, sino que nos absorbe, nos complementa, nos mejora y nos hace parte del todo. Y ahí, paradójicamente... ¡conseguimos ser lo máximo! En su día nos planteaban esto de la trascendencia como una renuncia: “renuncie usted a sí mismo”. Hoy creo que habríamos entendido mejor esta cuestión si nos hubiesen planteado: “¿Por qué conformarse con ser únicamente usted mismo cuando puede ser parte del Universo entero, del TODO?” ¿Por qué ser sólo del “equipo de trabajo de JL.” pudiendo ser parte de otro más grande, del “equipo de trabajo del Amor, Dios, la Trascendencia y la Fuerza Universal”?

De forma que sigo en este proceso que desde luego no ha terminado y tendrá muchos y diversos capítulos, momentos, y altibajos de intensidad. Hoy y ahora empiezo a tener claro que desde lo pequeño puedo ir encontrando ese TODO que siempre anhelé, porque... ¡yo no podía conformarme con cualquier cosa!

Gracias infinitas a todos aquellos que han contribuído, de forma más o menos voluntaria, a que me encuentre en este rumbo.