Vida de aprendizaje
En diversas vertientes culturales de hoy en día se habla de que la vida es un continuo aprendizaje. No deja de ser una idea que da consistencia y sentido a la existencia humana.
En mi experiencia personal, así lo he podido vivir, como creo yo que la mayoría: primero tuve que aprender a relacionarme con el mundo a nivel de supervivencia, después tuve que aprender a relacionarme socialmente. También tuve que aprender todos los conocimientos académicos que supuestamente me capacitarían para ganarme el sustento y ser dueño de mi propia vida y no alguien dependiente.
Para muchos, el aprendizaje queda aquí. Pero mi descubrimiento y experiencia personal van más allá; esto sería sólo un "punto de partida" para pasar a otras etapas, como la de descubrir quién soy yo realmente y qué es lo que me hace sentir pleno y feliz. Y hablo de descubrir desde lo vivencial, no desde lo teórico.
Y es que incluso para alguien de la tercera edad, este proceso continúa. Por ejemplo, mis padres, que se encuentran ahora en ese momento. Ahora mismo necesitan ayuda para casi todo, situación que les supone mucho sufrimiento y acrecienta su visión de este mundo como "valle de lágrimas" que siempre tuvieron.
Por lo que veo en la difícil etapa que mis padres están viviendo, queda aún un muy duro aprendizaje en la última parte de la vida: cuando descubrimos que el ego, en el que toda nuestra vida hemos confiado como valor cuasi supremo, se muestra como el gran farsante que es en realidad. Siempre confiando en nuestras fuerzas, nuestras capacidades, nuestra voluntad... hasta que, en el momento en que más lo necesitamos, nos falla. Porque llega el momento en que tenemos que confiar más allá de nosotros mismos: en que los demás nos ayuden incluso en las cosas más básicas, en que nuestra condición de seres sociales se haya desarrollado lo suficiente como para poder tener ese necesario apoyo externo.
Aquellos que consigan sentir y percibir (no sólo saber) que, pese a los años, siguen atravesando etapas de aprendizaje, y que además sepan diferenciar aquello en lo que se puede depositar nuestra confianza y expectativas y en lo que no (como nuestro famoso ego), no sólo evitarán una gran fuente de sufrimiento, sino que aportarán una importante dósis de plenitud a su vida.
¿Lo conseguiremos nosotros? Feliz aprendizaje a todos.
En mi experiencia personal, así lo he podido vivir, como creo yo que la mayoría: primero tuve que aprender a relacionarme con el mundo a nivel de supervivencia, después tuve que aprender a relacionarme socialmente. También tuve que aprender todos los conocimientos académicos que supuestamente me capacitarían para ganarme el sustento y ser dueño de mi propia vida y no alguien dependiente.
Para muchos, el aprendizaje queda aquí. Pero mi descubrimiento y experiencia personal van más allá; esto sería sólo un "punto de partida" para pasar a otras etapas, como la de descubrir quién soy yo realmente y qué es lo que me hace sentir pleno y feliz. Y hablo de descubrir desde lo vivencial, no desde lo teórico.
Y es que incluso para alguien de la tercera edad, este proceso continúa. Por ejemplo, mis padres, que se encuentran ahora en ese momento. Ahora mismo necesitan ayuda para casi todo, situación que les supone mucho sufrimiento y acrecienta su visión de este mundo como "valle de lágrimas" que siempre tuvieron.
Por lo que veo en la difícil etapa que mis padres están viviendo, queda aún un muy duro aprendizaje en la última parte de la vida: cuando descubrimos que el ego, en el que toda nuestra vida hemos confiado como valor cuasi supremo, se muestra como el gran farsante que es en realidad. Siempre confiando en nuestras fuerzas, nuestras capacidades, nuestra voluntad... hasta que, en el momento en que más lo necesitamos, nos falla. Porque llega el momento en que tenemos que confiar más allá de nosotros mismos: en que los demás nos ayuden incluso en las cosas más básicas, en que nuestra condición de seres sociales se haya desarrollado lo suficiente como para poder tener ese necesario apoyo externo.
Aquellos que consigan sentir y percibir (no sólo saber) que, pese a los años, siguen atravesando etapas de aprendizaje, y que además sepan diferenciar aquello en lo que se puede depositar nuestra confianza y expectativas y en lo que no (como nuestro famoso ego), no sólo evitarán una gran fuente de sufrimiento, sino que aportarán una importante dósis de plenitud a su vida.
¿Lo conseguiremos nosotros? Feliz aprendizaje a todos.
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