Cuando oigo, veo y leo las noticias...
Cuando oigo, veo y leo las noticias, después de superar el primer impacto e impresión de prisa, estrés y preocupación que transmiten, me doy cuenta de que hay gente que sabe hacer muy bien su trabajo. En el mundo de la eficiencia y el pragmatismo por encima de todo, este terreno de la información no podía ser menos que nadie. Hay gente que le pagan para demostrar que su noticia sea la mejor y más importante de todas, y la lucha por conseguirlo es espectacular y demoledora. Frecuentemente consiguen que pensemos que en esas noticias nos va poco menos que la vida. Cuestiones que el sentido común jamás nos haría pensar que podían tener nada que ver con nuestra vida real, hoy nos parecen vitales: que si alguien se casa o se separa, que si le han pillado a alguien en un escándalo muy gordo, que si no se quién ha dicho no sé qué tontería, que si tal empresa ha ganado menos de lo esperado... ¡esto se hunde! pienso al instante. Se hunde, igual que ayer, igual que la otra semana, igual que el año pasado... Mientras tanto, nuestra vida real, como la de la humanidad entera, sigue pasando discretamente, sin hacer ruido; no sea que nos enteremos de que está ahí...
Pero nada tiene que sorprendernos; siempre se supo que, cuando alguien tiene la mano en el bolsillo de otra persona, tiene que ir siempre donde va esta. Los grupos de poder financian los medios; luego son sus medios. ¿Hasta cuándo seguiremos haciéndoles el trabajo? ¿Hasta cuándo seguiremos pensando como quieren que pensemos?
Pero nada tiene que sorprendernos; siempre se supo que, cuando alguien tiene la mano en el bolsillo de otra persona, tiene que ir siempre donde va esta. Los grupos de poder financian los medios; luego son sus medios. ¿Hasta cuándo seguiremos haciéndoles el trabajo? ¿Hasta cuándo seguiremos pensando como quieren que pensemos?
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