Una tarde especial
Ella parecía totalmente ausente. Como si no estuviese, como si no existiese. Su mirada perdida no parecía poder encontrar el camino de regreso. Él se sentó junto a ella despacio, sin hacer ruido. Sin darle importancia a lo que hacía. Como si siempre lo hubiese hecho así. Con esa seguridad de cuando no hay nada que demostrar. Ella se giró suavemente y fijó esa mirada perdida en él. Muy lentamente, como cuando ya no hay prisa para nada. Después, volvió su mirada al punto en el que antes estaba, como si quisiera que sus miradas vagasen juntas por la inmensidad del momento. Él cogió su mano con suavidad y ternura. Con la magia de un primer momento, pero también como si de un reencuentro se tratara. Ella volvió su mirada hacia él, casi tan lentamente como antes. Mirada que seguía plácidamente imperturbable, con una muy tenue sonrisa de las que transmiten aceptación. -¿Viene usted mucho por aquí? -preguntó él-. Me gusta tanto este sitio... Tras varios segundos de silencio, como cuando...